ISSN: 2007-7033 | Núm. 60 | e1466 | Sección abierta: artículos de investigación

La corporalidad como dimensión de la formación integral en la educación superior y media superior

The body as a dimension of integral formation
in university and high school

José Humberto Salguero Antero *

Abraham Sánchez Ruiz **

Alejandro Méndez González ***

María Anabel Covarrubias Díaz Couder ****

Felipe Gaytán Alcalá *****

Ana Lucía Recamán Mejía******

El objetivo del artículo es recuperar la vivencia de la corporalidad en estudiantes de nivel medio superior y superior de instituciones privadas de inspiración cristiana. La investigación pretende elaborar una caracterización generacional de los jóvenes estudiantes de estas instituciones para orientar la oferta de formación integral en lo concerniente a la vivencia de la sexualidad y la afectividad, la dinámica del cuerpo, su manifestación y el cuidado de sí. A escala nacional, se aplicó una encuesta a 27,047 participantes de 65 planteles educativos. Los resultados indican que existe evidencia empírica de diferencias entre hombres, mujeres y quienes no declararon su género sobre sus cuerpos. Mediante el análisis de la información, se determinaron las diferencias entre grupos y niveles educativos sobre la satisfacción con sus cuerpos, consumo de sustancias, sexualidad y actividades deportivas, así como entre niveles educativos. De acuerdo con las situaciones de riesgo y vulnerabilidad identificadas, se propone la formalización de iniciativas desde lo curricular y la transversalidad de la educación escolarizada, más allá de acciones preventivas y remediales.

Palabras clave:

educación integral, corporalidad, educación medio superior, educación superior

This article shows the recovery of the experience of corporeality in students of higher education and upper secondary level of private institutions of Christian inspiration. The research aims to develop a generational characterization of the young students of these institutions to guide the offer of integral formation regarding the experience of sexuality and affectivity, the dynamics of the body, its manifestation and self-care. A survey was applied with 27,047 participants from 65 educational establishments nationwide. The results indicate that there is empirical evidence of differences between men, women and those who did not declare their gender about their bodies. Through the analysis of the information, the differences between groups and educational levels regarding satisfaction with their bodies, substance use, sexuality and sports activities were determined, as well as the differences between educational levels. In accordance with situations of risk and vulnerability identified, the formalization of initiatives from the curricular and the transversality of school education is proposed, beyond preventive and remedial actions.

Keywords:

comprehensive education, corporality, higher education, upper secondary education

Recibido: 1 de julio de 2022 | Aceptado para publicarse: 17 de abril de 2023 |

Publicado: 3 de mayo de 2023

Cómo citar: Salguero Antero, J. H. et al. (2023). La corporalidad como dimensión de la formación integral en la educación superior y media superior. Sinéctica, Revista Electrónica de Educación, (60), e1466. https://doi.org/10.31391/S2007-7033(2023)0060-010

* Doctor en Educación. Maestro e investigador en la Universidad La Salle Noroeste. Líneas de investigación: impacto social de la educación, epistemología de las ciencias sociales y la educación ética. Correo electrónico: jose.salguero@lasallenoroeste.edu.mx/https://orcid.org/0000-0001-6374-2149

** Doctor en Ciencias Sociales. Profesor-investigador en la Universidad de La Salle Bajío, Salamanca, México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México (Conacyt), del Comité Institucional de Bioética para la Investigación de la Universidad de Guanajuato, del grupo de investigación de la Red de Investigación Lasallista y de la Oficina Internacional Católica de la Infancia. Líneas de investigación: democracia, derechos humanos y bienestar social. Correo electrónico: asanchezr@delasalle.edu.mx/ https://orcid.org/0000-0001-9343-4454

*** Maestro en Liderazgo y Gestión de Instituciones Educativas. Maestro investigador en la Universidad de La Salle Noroeste. Miembro de la Red Internacional de Docencia Universitaria Lasallista y del Seminario Permanente de Investigación en la Nueva Epistemología. Líneas de investigación: la ética, la filosofía social (cultural, política y jurídica), la epistemología, la teología sistemática, la hermenéutica analógica y la educación. Correo electrónico:alejandro.mendez@lasallenoroeste.edu.mx/https://orcid.org/0000-0003-0498-250X

**** Doctora en Educación. Coordinadora de Posgrados e Investigación de la Universidad La Salle Noroeste. Líneas de investigación: recursos tecnológicos para población vulnerable, enfoques de aprendizaje utilizando tecnologías, tecnologías en educación, tecnologías de la información, educación en línea, y educación y aprendizaje. Correo electrónico: anabell.covarrubias@lasallenoroeste.edu.mx/https://orcid.org/0000-0001-9766-2585

***** Doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología. Investigador de la Universidad La Salle, Ciudad de México. Líneas de investigación: sociología de la religión (laicidad y secularización) y sociología política (cultura política). Correo electrónico: felipe.gaytan@lasalle.mx/https://orcid.org/0000-0002-1409-017X

****** Doctora en Ciencias y Humanidades para el Desarrollo Interdisciplinario. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma de Querétaro. Encargada de la promoción cultural de la Universidad La Salle Cuernavaca. Líneas de investigación: gestión de la cultura y la salud. Correo electrónico: ana.recaman@uaq.mx/https://orcid.org/0000-0002-8289-6423

Introducción

La formación de la personalidad es un proceso de asimilación de recursos materiales y simbólicos para la construcción de la propia subjetividad. Para responder a los retos de los programas de formación integral de las instituciones en las que se realizó nuestro estudio, así como sus condiciones de factibilidad y pertinencia, se elaboró un proyecto con 19 escuelas privadas de educación media superior del centro y sur del país (DAMS), 30 preparatorias de los estados del norte del país (DMN), y 15 instituciones de educación superior de todo el país. Todas ellas tienen como característica el ser de inspiración cristiana desde su carácter confesional.

El proyecto de investigación se titula Mundo de vida de los jóvenes y la formación integral en las instituciones de educación media superior y superior, cuyo objetivo es analizar las condiciones objetivas (de la institución) y subjetivas (de los estudiantes y su entorno), así como sintrópicas y entrópicas, de la apropiación de la formación integral en estos establecimientos escolares. En las instituciones que alojaron esta investigación la formación integral se aborda mediante programas de voluntariado, de militancia pastoral, programas de formación deportiva y cultural y, en algunos casos, con espacios de expresión artística y pertenencia en equipos deportivos selectivos.

Este estudio tiene el objetivo de elaborar una caracterización generacional de los jóvenes estudiantes de estas instituciones para conformar, de acuerdo con su realidad, la oferta de formación integral en lo concerniente a la corporalidad, desde la cual se aborda la vivencia de la sexualidad y la afectividad, la dinámica del cuerpo y su manifestación. Desde la corporalidad como dimensión de la personalidad surge la pregunta: ¿cuáles son las condiciones de apropiación de formación integral de las instituciones lasallistas de educación media superior y superior de México por parte de los estudiantes relacionadas con la corporalidad como dimensión de la personalidad? De esta interrogante se derivan dos más: ¿de qué manera viven los jóvenes estudiantes de los niveles medio superior y superior su dimensión corporal? y ¿existen condiciones de riesgo en la gestión de la corporalidad de los jóvenes de educación superior y media superior que justifiquen la pertinencia de programas de formación integral para su acompañamiento?

Por ello, nuestro objetivo es identificar en la vivencia de la corporalidad de los jóvenes las necesidades de acompañamiento integral desde las instituciones de educación media superior y superior en el país.

La formación integral

La educación es un proceso de apropiación mediada por diversos actores y entornos que transcurre en las diversas etapas de la vida del ser humano (Primero, 1999), de ahí que no se reduzca a lo que acontece en las aulas, sino en numerosos ámbitos de la cotidianidad, que es definida como “la parte de la realidad con la cual el ser humano reproduce su vigor día a día y, por tanto, sus condiciones de vida, haciendo con ello posible la existencia del conjunto social” (Primero, 2002, p. 10). Lo cotidiano se entiende de manera genérica desde lo inmediato hasta la historia. Por tal motivo, el fin de esta vertiente pedagógica es la formación de personas para la transformación histórica; se forma con instrumentos materiales, simbólicos y relacionales al servicio de la vida humana.

Resultado de esta interacción es la conformación de la personalidad mediante la configuración de un carácter, un talante, un modo de ser, es decir, un ethos:

Conformación de personalidades y una actividad que involucra a diversas personas que interactúan en algún espacio común, que puede ser emotivo (inmediato al individuo, la familia, por ejemplo); interpersonal (mediado necesariamente, la escuela a modo de ilustrar); o social (circunstancial e impersonal, a pesar de que en su origen o entorno haya por necesidad individuos (Primero, 1999, p. 24).

La educación es un proceso de apropiación que consiste en la introyección de la objetividad en la subjetividad. El ser humano hace suyo el mundo en el que vive para poder existir. Por tal motivo, no se confunde educación con socialización, porque la formación de la personalidad no es una determinación social, sino el resultado de la interacción entre el sujeto y la realidad. El ser humano, desde su complejidad, es un núcleo de intencionalidades que integra la intencionalidad consciente y la inconsciente (Beuchot y Primero, 2003). La formación integral se plantea desde la superación del reduccionismo de la educación a la mera transmisión de saberes, o la formación de habilidades cognitivas, partir del reconocimiento de la complejidad propia del ser humano.

Más allá de un depósito de saberes, se procura una educación para la vida y desde la vida, orientada al desarrollo de todos los aspectos del ser humano: cognitivo, emocional, social, corporal, estético y espiritual (Barrientos, 2013). Desde la puesta en práctica de la paideía griega, como parte de la formación de los ciudadanos se involucraba la educación del cuerpo mediante la educación física, la educación del carácter mediante la educación moral, y la transmisión de conocimientos por medio de la educación intelectual (Alarcón et al., 2019). Con base en ello, se procuraba que el ciudadano fuera alguien virtuoso, ético y libre (Simeon y Viana, 2020).

El concepto de formación integral es debatible por la dificultad de abarcar todas las dimensiones de la persona desde la educación escolarizada, lo cual se juzga pretensioso, ya que la persona en una realidad inabarcable. Reconociendo que la formación de la persona no solo acontece en espacios escolarizados, además de que es un proceso permanente, el concepto de educación o formación integral se deriva de la superación de una educación fragmentada e hiperespecializada que no considera al estudiante como una totalidad y se orienta solo a su potencial cognoscitivo o su quehacer técnico-profesional (Alarcón et al., 2019).

Por tal motivo, la universidad en el siglo XXI debe abrir sus horizontes a una formación de capacidades y habilidades que no se adquieren en las materias académicas, como el trabajo en equipo, el autocuidado, la tolerancia y el respeto (Pérez y Castaño, 2016).

La corporalidad en la educación

El ser humano es una totalidad, pero como tal su descubrimiento acontece mediante un dato primario y esencial: la corporeidad (Marías, 1997). A los estudios sociales que se enfocan en el cuerpo como tema de estudio se les suele denominar como teoría social del cuerpo (Esteban, 2013), en la cual se aglomeran diversos acercamientos al cuerpo como realidad social:

El cuerpo humano no es ni una simple instancia (que sería portadora de unas determinadas capacidades) ni un simple instrumento de uso social, sino que es una entidad que interviene decisivamente en la “interpenetración entre el ser humano y el sistema social”. De hecho, el cuerpo es un objeto por medio del cual se articulan las expectativas morales, sociales y culturales de una determinada sociedad (Duch y Melich, 2005, p. 228).

El cuerpo, más que una realidad biológica, es la manera de ser y estar presente en la historia. Además de ser una realidad biológica, es una construcción histórico- social. El ser humano es una corporeidad actuante (Maldonado, 2019). Los diversos estudios acerca del cuerpo coinciden en el tránsito de la vigilancia, el control y la rigidez de la modernidad –en el que el imperativo era el control del cuerpo– hacia la libertad de una nueva modernidad o posmodernidad aparentemente carente de dictados frente al cuerpo, pero con controles que viene ejerciendo la sociedad de consumo. Asimismo, la imagen de la corporalidad ha estado influida por un proceso de secularización (Turner, 1989).

El conjunto de prácticas corporales no es el resultado de solo condicionamientos biológicos, sino que, además, es de aprendizajes adquiridos en la cultura. La vivencia de la corporalidad tiende a ser modelada por la educación de acuerdo con las pautas vigentes de la sociedad en las que se inserta y se vincula a diversos modos de vida, en los cuales distintas corporalidades se corresponden con los tipos de corporalidad (Esteban, 2013).

... el juicio social, los valores que éste supone, no sólo condicionan nuestro comportamiento por obra de la censura interior que ejercen y por los sentimientos de culpabilidad que suscitan, sino que además estructuran indirectamente nuestro cuerpo mismo en la medida en que gobiernan su crecimiento (con normas de peso o estatura), su conservación (con prácticas higiénicas y culinarias), su presentación (cuidados estéticos, vestimentas) y su expresión afectiva (signos emocionales) (Bernard, 1994, p. 173).

A partir del reconocimiento de la dimensión de la corporalidad dentro de la totalidad de la persona, la educación de la corporalidad es la educación de una hermenéutica de sí orientada al cuidado de sí (Foucault, 2012). Foucault recupera el cuidado de sí desde el “conócete a ti mismo” de Sócrates y toda la tradición del ocuparse de sí en las prácticas del cuidado de sí (epimeleia), que implican una libertad al mismo tiempo política y moral (Beuchot y Blanco, 2014).

Las prácticas del cuidado de sí son formas de subjetivación activa en las que se ejerce la libertad con posibilidad de asumir el poder. El cuidado de sí para los griegos era una manera de llegar a ser libre como práctica espiritual, entendiendo por espiritualidad el acceso del sujeto a cierto modo de ser y las transformaciones requeridas para llegar a esa forma de ser (Foucault, 2012).

Foucault (2002) entiende el cuidado de sí o epimeleia heatou en diversos sentidos:

La educación para el cuidado de sí orienta a la toma de conciencia de los estudiantes como sujetos de sus propias acciones orientada a la asimilación de la responsabilidad del cuidado de la vida propia y de los otros, además de una vida saludable desde la totalidad de sí (Escobar et al., 2011).

Método

Diseñamos un estudio cuantitativo, transversal y correlacional a través de una encuesta a estudiantes de nivel medio superior y superior de instituciones de financiamiento privado de inspiración cristiana. El instrumento se validó mediante una prueba piloto a estudiantes de licenciatura y de bachillerato con un total de 1,724 participantes. La confiabilidad del instrumento empleado se obtuvo al evaluar la consistencia interna con los valores reportados en la tabla 1.

Tabla 1. Resultados de la prueba alpha de Cronbach

Sujetos

Núm. de
participantes

Alpha de Cronbach

Resultado

Bachillerato Distrito Antillas México Sur

819

0.909

Confiable

Bachillerato Distrito México Norte

720

0.903

Confiable

Licenciatura ambos distritos

185

0.888

Confiable

Del mismo modo, realizamos una consulta con los responsables del ámbito de formación integral de cada institución para observar las preguntas y las necesidades de información de los responsables. Debido a la alta fiabilidad que mostró el instrumento para la recuperación de la información, procedimos a la aplicación final en busca del mayor número de participantes posibles e hicimos uso de las herramientas de la aplicación Question Pro. En todo momento, respetamos el derecho de autonomía y libertad de participación informada mediante un filtro de consentimiento que habilita el acceso al cuestionario. No recuperamos ningún tipo de información personal o medio de identificación.

Los participantes eran estudiantes inscritos en el nivel medio superior privado de 20 planteles de entidades del sur y centro de México (DAMS), de 30 planteles de entidades del norte (DMN) y 15 instituciones de educación superior privada a nivel nacional. La muestra fue de 27,047 participantes, distribuidos como mostramos en la tabla 2.


Tabla 2. Participantes en el estudio por región y nivel educativo

Instituciones

Femenino

Masculino

No quisiera comentarlo

Total

Preparatorias centro y sur del país

5,524

4,322

199

10,043

Preparatorias norte del país

2,383

1,956

81

4,419

Preparatorias
Total General

7,905

6,277

280

14,462

Universidades

7,495

5,350

128

12,976

Total

27, 438

Para analizar la información, primero, describimos las características de los participantes mediante la frecuencia simple y porcentajes. En seguida, empleamos el test de chi cuadrada por medio del método de significación asintónico p < .05, que identifica diferencias significativas entre los grupos participantes (masculino, femenino y personas que no declararon su género), así como niveles educativos y regiones (nivel medio superior, superior y región norte y sur en nivel medio superior). La chi cuadrada es una prueba no paramétrica apropiada para variables ordinales y una distribución que no cumple con distribución normal. Con este modelo de análisis, contrastamos las hipótesis de trabajo, según la cual a) existen diferencias entre grupos sobre la satisfacción con sus cuerpos, consumo de sustancias, sexualidad y actividades deportivas; y b) existen diferencias entre niveles educativos sobre la satisfacción con sus cuerpos, consumo de sustancias, sexualidad y actividades deportivas.

Resultados

En la tabla 3 describimos los participantes de nivel medio superior. Los primeros semestres de este nivel tienen una mayor matrícula, la cual disminuye para los subsecuentes, tanto en el norte como en el sur. Las participantes del sexo femenino representaron más del 53%, y los del masculino fue superior al 42%. Vale la pena destacar la presencia de un grupo de estudiantes que prefirieron no declarar su género; aproximadamente ese 2% podría tratarse de personas que no se identifican ni con el femenino ni con el masculino. Se trata de un grupo de 280 personas con algunas características que pueden revelar una condición de vulnerabilidad como detallamos adelante. Los participantes del nivel superior poseen características similares. El 57% eran del sexo femenino, el 41%, del masculino y el 1%, personas que no se identifican con ninguno de los anteriores grupos, equivalente a 128 estudiantes, como presentamos en la tabla 4.


Tabla 3. Datos sociodemográficos del participante de nivel medio superior

Sur de México

Frecuencia

Porcentaje

Semestre

1

3933

39.09

3

3220

32

5

2892

28.75

Género

Femenino

5524

54.91

Masculino

4322

42.96

Prefiero no decirlo

199

1.98

Total=

10045

100

Norte de México

Semestre

1

1552

35.1

3

1411

31.92

5

1457

32.96

Género

Femenino

2383

53.9

Masculino

1956

44.24

Prefiero no decirlo

81

1.83

Total=

4420

100

Tabla 4. Datos sociodemográficos del participante de licenciatura

Género

Mujer

7495

57.76

Hombre

5350

41.23

Prefiero no decirlo

128

0.99

Edad

16

22

0.17

17

587

4.52

18

2317

17.85

19

2429

18.72

20

2495

19.23

21

2366

18.23

22

1499

11.55

23

655

5.05

24

280

2.16

Más de 25

323

2.49

Total=

12973

Apariencia física

Tabla 5. Satisfacción con la apariencia física y uso de tatuajes o perforaciones, DAMS por género

 

Totalmente o parcialmente de acuerdo

Neutro

Total o parcialmente en desacuerdo

Chi-cuadrado

df

Sig. Asint. (2-colas)

Estoy satisfecho con mi apariencia física

Femenino

52%

17%

31%

280.52

8

0.000

Masculino

64%

15%

21%

Prefiero no decirlo

36%

17%

47%

Postura respecto a los tatuajes o perforaciones en la piel

Femenino

76.4%

14.8%

8.9%

769.23

8

0.000

Masculino

51.9%

27.4%

20.7%

Prefiero no decirlo

83.3%

11.1%

5.6%

Tienen tatuajes o perforaciones en la piel

Femenino

31.0%

6.3%

62.7%

588.06

8

0.000

Masculino

11.4%

6.0%

82.6%

Prefiero no decirlo

25.1%

11.1%

63.8%

Tengo algún trastorno en mi alimentación (bulimia, anorexia, entre otras)

Femenino

12.3%

13.1%

74.6%

369.34

8

0.000

Masculino

6.8%

6.7%

86.5%

Prefiero no decirlo

20.1%

18.1%

61.8%

 

 

 

En planteles del centro y el sur, el 64% de los hombres se encuentran más satisfechos con sus cuerpos; en cambio, el 31% de las participantes y el 47% de quienes no declararon su género están total o parcialmente en desacuerdo. Respecto al uso de tatuajes y perforaciones en otras personas, las mujeres (73%) y quienes prefieren no declarar su género (83%) son más tolerantes, mientras el 20% de los hombres lo rechaza. Ahora bien, quienes tienen tatuajes o perforaciones en su propio cuerpo son predominantemente mujeres (31%) y quienes no declararon su género (25); solo el 11% de hombres los porta. Resulta alarmante que las mujeres, con el 12.3%, y quienes no declararon su género, con el 20.1%, compongan el principal grupo de alta incidencia en algún tipo de trastorno de alimentación. Esta proporción es doble en mujeres y tres veces mayor en quienes no declararon su género en comparación con los hombres (61.8%).

En planteles del norte, las tendencias se conservan casi idénticas; solo varían los porcentajes en menos del 5%; es decir, tanto en la muestra del norte como en la del sur las mujeres se encuentran menos satisfechas con su cuerpo, de forma similar a quienes no declararon su género. También, ese mismo grupo acepta que otras personas porten tatuajes o perforaciones y usan significativamente más estos elementos en sus propios cuerpos. Además, concentran la mayor incidencia de trastornos de alimentación. No se registraron diferencias significativas entre el norte y el sur en el nivel medio superior; las diferencias se observaron al comparar estas características con licenciaturas, como se muestra en la tabla 6.

Tabla 6. Satisfacción con la apariencia física y uso de tatuajes o perforaciones

Licenciaturas por género

 

Totalmente o parcialmente de acuerdo

Neutro

Total o parcialmente en desacuerdo

Chi-cuadrado

df

Sig. Asint. (2-colas)

Estoy satisfecho de mi apariencia física

Femenino

62.4%

13.2%

24.5%

131.71

8

0.000

Masculino

66.2%

12.4%

21.4%

Prefiero no decirlo

63.8%

15.6%

38.3%

Postura respecto a los tatuajes o perforaciones en la piel

Femenino

77.7%

13.7%

8.6%

353.57

8

0.000

Masculino

64.1%

22.2%

13.7%

Prefiero no decirlo

88.3%

9.4%

2.3%

Tienen tatuajes o perforaciones en la piel

Femenino

43.4%

5.1%

51.5%

454.8

8

0.000

Masculino

25.5%

7.0%

67.4%

Prefiero no decirlo

50.8%

1.6%

47.7%

Tengo algún trastorno en mi alimentación (bulimia, anorexia, etc.)

Femenino

13.0%

10.2%

76.8%

184.71

8

0.000

Masculino

8.6%

7.6%

83.8%

Prefiero no decirlo

18.0%

16.4%

65.6%

 

 

 

En licenciaturas, los participantes del sexo masculino, femenino y quienes no declararon su género tienen mayor aceptación de sus cuerpos con una media del 64%. La única diferencia importante se observa con el 38% de los estudiantes que no declararon su género que están en desacuerdo con su cuerpo. También, en licenciaturas advertimos una mayor tolerancia respecto a los tatuajes y perforaciones para otras personas, pero continúa siendo significativamente más alto el rechazo en participantes del sexo masculino, con el 13.7%. Ahora bien, en todos los grupos existe un mayor porcentaje de quienes portan tatuajes o perforaciones asociado a la edad y la autonomía que ofrece el nivel de educación superior. Sin embargo, son mujeres (43%) y quienes no declararon su género (50%) los que más usan estos elementos estéticos o de libre expresión.

Consumo de alcohol y otras drogas

Tabla 7. Consumo de alcohol y otras drogas según sexo, DAMS

 

Totalmente o parcialmente de acuerdo

Neutro

Total o parcialmente en desacuerdo

Chi-
cuadrado

df

Sig. Asint. (2-colas)

Postura respecto al consumo de drogas

Femenino

9.9%

22.5%

67.6%

67.46

8

0.000

Masculino

12.1%

19.6%

68.4%

Prefiero no decirlo

16.6%

34.2%

49.2%

Postura respecto al consumo de alcohol

Femenino

34.48%

38.42%

27.11%

109.52

8

0.000

Masculino

29.22%

36.20%

34.57%

Prefiero no decirlo

30.30%

43.43%

26.26%

Confirmación del consumo de drogas

Femenino

3.01%

6.84%

90.15%

39.6

8

0.000

Masculino

4.08%

6.85%

89.07%

Prefiero no decirlo

10.05%

8.54%

81.41%

Confirmación del consumo de alcohol

Femenino

17.50%

21.47%

61.02%

17.69

8

0.024

Masculino

16.04%

20.16%

63.81%

Prefiero no decirlo

13.07%

19.60%

67.34%

 

 

 

Los participantes de los planteles del centro y sur expresaron que están total o parcialmente de acuerdo con consumir más alcohol que drogas. En cuanto a la aprobación del uso de drogas por parte de otras personas, el 12.1% de los varones lo aceptaron y el 16.6% de quienes no declararon su género. Por su parte, las mujeres lo aceptaron solo en el 9.9%. Respecto a la aprobación del uso de alcohol por parte de otras personas, los tres grupos lo autorizan con una media del 33%.

Cuando verificamos el consumo de alcohol y drogas, encontramos mayor consumo de drogas entre los participantes que no declararon su género, con alrededor del 10%, lo que representa más del doble del consumo de varones y el triple de mujeres. Respecto al alcohol, el 17.5% de las participantes femeninas lo ingieren significativamente más que otro grupo; esto equivale a 966 alumnas del nivel medio superior. Los hombres (16.04%) y quienes no declararon su género (13.07) tienen un consumo similar. Tampoco se registraron diferencias importantes entre los planteles participantes del norte en comparación con los del centro y sur de México; es decir, la tendencia al alto consumo de alcohol es similar. De nuevo, las diferencias se observaron entre el nivel medio superior y las licenciaturas, como se muestra en la tabla 8.

Tabla 8. Consumo de alcohol y otras drogas según género, licenciatura

 

Totalmente o parcialmente de acuerdo

Neutro

Total o parcialmente en desacuerdo

Chi-
cuadrado

df

Sig. Asint. (2-colas)

Postura respecto al consumo de drogas

Femenino

15.76%

25.59%

58.65%

201.75

8

0.000

Masculino

22.99%

28.38%

48.63%

Prefiero no decirlo

39.84%

26.56%

33.60%

Postura respecto al consumo de alcohol

Femenino

46.50%

35.86%

17.64%

46.82

8

0.000

Masculino

49.48%

33.08%

17.45%

Prefiero no decirlo

48.03%

32.28%

19.69%

Confirmación del consumo de drogas

Femenino

5.5%

9.2%

85.4%

224.63

8

0.000

Masculino

10.8%

12.4%

76.8%

Prefiero no decirlo

17.2%

18.8%

64.1%

Confirmación del consumo de alcohol

Femenino

41.60%

23.94%

34.46%

95.57

8

0.000

Masculino

47.59%

21.98%

30.43%

Prefiero no decirlo

35.94%

19.53%

44.53%

 

 

 

La aprobación por parte de los estudiantes de licenciatura del uso de drogas en otras personas tendió a duplicarse respecto al nivel medio superior: en participantes femeninas aumentó del 9.9% al 15.76%; en participantes masculinos, del 12.1% al 22.99%, y del 16.6% al 39.84% entre los que no declararon su género. Su consumo fue similar en mujeres del nivel medio superior, con el 3.01%, y las de licenciatura, con el 5.5%, pero representó más del doble en estudiantes varones, al pasar del 4.08% en nivel medio superior al 10.8%. Además, el consumo subió del 10.05% de quienes no declararon su género en el nivel medio superior a casi el doble de los usuarios en nivel licenciatura, con el 17.2%, la incidencia más alta de los tres grupos.

En cuanto a la aprobación de consumo de alcohol en otras personas y el personal, también aumenta del nivel medio superior al nivel superior. En promedio, el 48% de hombres, mujeres y quienes no declararon su género lo aprueba. El consumo en hombres es del 47.59%, seguido de mujeres, con el 41.6%, y el 35.94% en quienes prefirieron no indicar su género. Este consumo es significativamente mayor que el de los participantes del nivel medio superior, porque en ese nivel identificamos 17% en mujeres, 16% en hombres y 13% en quienes no declararon su género.

Sexualidad

Tabla 9. Sexualidad según sexo, DAMS

 

Totalmente o parcialmente de acuerdo

Neutro

Total o parcialmente en desacuerdo

Chi-
cuadrado

df

Sig. Asint. (2-colas)

Postura respecto a las relaciones sexuales con pareja fija

Femenino

75.4%

17.1%

7.5%

45

8

0.000

Masculino

72.0%

19.4%

8.7%

Prefiero no decirlo

77.3%

16.2%

6.6%

Postura respecto a las relaciones sexuales con parejas eventuales

Femenino

44.78%

31.88%

23.35%

75.6

8

0.000

Masculino

46.37%

34.18%

19.45%

Prefiero no decirlo

62.25%

29.08%

8.67%

Postura respecto a las relaciones sexuales con parejas del mismo sexo

Femenino

80.39%

12.82%

6.79%

1064.57

8

0.000

Masculino

52.81%

29.39%

17.80%

Prefiero no decirlo

89.44%

4.52%

6.03%

Me siento libre de expresar mi sexualidad

Femenino

72.63%

9.72%

17.65%

371.59

8

0.000

Masculino

81.90%

6.55%

11.55%

Prefiero no decirlo

46.74%

10.55%

42.72%

Soy sexualmente activo

Femenino

9.60%

11.06%

79.35%

343.53%

8

0.000

Masculino

15.51%

19.58%

64.91%

Prefiero no decirlo

14.08%

9.55%

76.38%

 

 

 

En sexualidad, también observamos tendencias similares entre DAMS y DMN, y diferencias significativas respecto a la licenciatura. En el nivel medio superior el 75% aprueban total o parcialmente, en promedio, mantener relaciones con una pareja estable y el 81.5% en promedio en licenciatura, sin importar su sexo. Esta tendencia crece del 45% en mujeres de nivel medio superior al 52% en licenciatura, y del 46% en hombres al 62% en licenciatura cuando las parejas son eventuales. Esta aprobación se asocia de modo significativo con quienes prefirieron no decir su género, con un incremento del 62% al 72%.


Tabla 10. Sexualidad según género, licenciatura

 

Totalmente o parcialmente de acuerdo

Neutro

Total o parcialmente en desacuerdo

Chi-
cuadrado

df

Sig. Asint. (2-colas)

Postura respecto a las relaciones sexuales con pareja fija

Femenino

83.4%

10.8%

5.9%

39.97

8

0.000

Masculino

81.0%

12.1%

7.0%

Prefiero no decirlo

80.5%

15.6%

3.9%

Postura respecto a las relaciones sexuales con parejas eventuales

Femenino

52.97%

26.64%

20.39%

205.56

8

0.000

Masculino

62.85%

24.26%

12.89%

Prefiero no decirlo

72.65%

21.09%

6.25%

Postura respecto a las relaciones sexuales con parejas del mismo sexo

Femenino

77.64%

14.30%

8.05%

675.11

8

0.000

Masculino

59.38%

26.45%

14.17%

Prefiero no decirlo

88.29%

7.81%

3.91%

Me siento libre de expresar mi sexualidad

Femenino

77.73%

8.23%

14.03%

365.83

8

0.000

Masculino

82.94%

4.80%

12.26%

Prefiero no decirlo

50.78%

14.06%

35.16%

Soy sexualmente activo

Femenino

41.33%

15.18%

43.48%

308.55

8

0.000

Masculino

49.65%

19.83%

30.53%

Prefiero no decirlo

42.19%

13.28%

44.53%

 

 

 

Ahora bien, el 80% de las estudiantes de nivel medio superior aprueban las relaciones con personas del mismo sexo y también el 89% de quienes no declararon su género. En licenciatura esta aceptación apenas disminuye menos del 5%. En el caso de los hombres, resulta significativamente menor, con el 52% en nivel medio superior y el 69% en licenciatura; ellos suelen estar menos de acuerdo con las relaciones entre personas del mismo sexo. Estas prácticas sexuales en ellos también contrastan con la percepción de la libertad de expresión de su sexualidad, porque tanto en nivel medio superior como en licenciatura es superior al 80%, en tanto para mujeres es de casi el 70% y del 50% entre los participantes que no declararon su género.

Por otra parte, la vida sexual activa es muy similar en licenciatura entre mujeres (41%), hombres (49%) y quienes prefirieron no indicar su género (42%), y es significativamente menor en el nivel medio superior, en el que se registró 9.6% para mujeres, 15.5% para hombres y 14% para quienes prefirieron no decir su género. En este caso, las normas internalizadas, la vigilancia social y la presión de los grupos de pares (Rojas y Castrejón, 2020) en espacios diferentes se asocian a la mayor o menor incidencia.

Actividades en el tiempo libre

Otra forma de habitar el cuerpo ocurre al distribuir el tiempo libre en actividades de autocuidado y recreación. En este caso, los hombres son quienes más dedican tiempo tanto en el nivel medio superior, con 81%, como en licenciatura, con 79%. Esta disminución podría asociarse al incremento de responsabilidades académicas propias del nivel educativo. Esta actividad difiere de modo significativo del tiempo dedicado por quienes no declararon su género, porque en nivel medio superior realizan deporte el 56% y en licenciatura el 49%.

Ahora bien, el 91% de los hombres de nivel medio superior y el 82% en licenciatura acostumbran los videojuegos. Esta actividad difiere de manera importante en mujeres: solo el 43% lo acostumbra y el 34% son alumnas de licenciatura. Destaca que la frecuencia simple de los hombres que practican algún deporte o actividad física es casi el doble de quienes dedican tiempo a los videojuegos tanto en el nivel medio superior como en licenciatura.

Por su parte, la mitad de las mujeres prefieren ir a bailar, lo que representa una diferencia significativa respecto de los hombres y de quienes prefieren no decir su género. Esta tendencia se conserva aún al ingresar a la licenciatura, por lo cual no hay alguna variación significativa entre niveles, y posiblemente bailar sea una actividad equivalente a la deportiva en hombres. En el caso de quienes no declararon su género, sí existe un incremento de esta actividad del 25% al 34%, al pasar del nivel medio superior a la licenciatura.

Tabla 11. Actividades en tiempo libre según sexo, DAMS

 

No

Chi-cuadrado

df

Sig. Asint. (2-colas)

Practicar algún deporte o actividad física

Femenino

73.31%

26.69%

146.22

2

0.000

Masculino

81.96%

18.04%

Prefiero no decirlo

56.63%

43.37%

Actividad de voluntariado

Femenino

20.33%

79.67%

5.64

2

0.060

Masculino

18.57%

81.43%

Prefiero no decirlo

16.84%

83.16%

Videojuegos

Femenino

43.76%

56.24%

2428.64

2

0.000

Masculino

91.67%

8.33%

Prefiero no decirlo

70.05%

29.95%

Ir a bailar

Femenino

49.74%

50.26%

612.62

2

0.000

Masculino

25.45%

74.55%

Prefiero no decirlo

25%

75%

Actividades religiosas

Femenino

27.86%

72.14%

35.94

2

0.000

Masculino

25.55%

74.45%

Prefiero no decirlo

9.64%

90.36%

 

 

 

En cambio, son las mujeres quienes destacan por dedicar significativamente más tiempo libre a actividades de voluntariado y religiosas. En nivel medio superior fue de hasta el 20% para dedicar al voluntariado y aumenta hasta el 31% en licenciatura. En tanto en hombres representa el 18% y se incrementó hasta el 27% en licenciatura. Para actividades religiosas, va del 27% en mujeres del nivel medio superior al 31% en participantes de licenciatura; estas dos características podrían estar asociadas al modelo de inspiración cristiana y el sistema de créditos de la formación integral. En ese orden, en ambos niveles educativos los hombres dedican más tiempo a las actividades deportivas relacionadas con el autocuidado y las mujeres a las actividades de voluntariado y religiosas ligadas al itinerario escolar. Además, quienes no declararon su género participan en voluntariado y, sobre todo, actividades religiosas de manera marginal, apenas el 9% en nivel medio superior y el 13% en licenciatura.

Tabla 12. Actividades en tiempo libre según sexo, licenciatura

 

No

Chi-cuadrado

df

Sig. Asint. (2-colas)

Practicar algún deporte o actividad física

Femenino

68.42%

31.58%

236.68

2

0.000

Masculino

79.71%

20.29%

Prefiero no decirlo

49.21%

50.79%

Actividad de voluntariado

Femenino

31.35%

68.65%

28.67

2

0.000

Masculino

27.08%

72.92%

Prefiero no decirlo

24.41%

75.59%

Videojuegos

Femenino

34.45%

65.55%

2856.73

2

0.000

Masculino

82.25%

17.75%

Prefiero no decirlo

64.06%

35.94%

Ir a bailar

Femenino

53.22%

46.78%

296.85

2

0.000

Masculino

37.96%

62.04%

Prefiero no decirlo

34.38%

65.63%

Actividades religiosas

Femenino

31.13%

68.87%

44.2

2

0.000

Masculino

26.76%

73.24%

Prefiero no decirlo

13.28%

86.72%

 

 

 

Discusión y conclusiones

Apariencia física

Los mandatos de feminidad basados en la apariencia estética de belleza exigen a las mujeres patrones más estrictos a cumplir respecto a los hombres que inciden tanto en su imagen corporal ideal como en sus hábitos alimentarios (Valenzuela y Meléndez, 2018). Una posible manifestación de ese mandato explicaría la insatisfacción en cuanto a la imagen. Más allá de la mera apariencia física y patrones de belleza, trascienden los detalles como el maquillaje, el corte de cabello, los colores predominantes en el vestuario, el aseo, las fragancias, los colores de vestuario y demás accesorios, como los tatuajes y perforaciones (Cornejo, 2016). En ese sentido, se trata de una de las formas de expresión más nítidas de la asignación cultural de roles según el sexo y constituye una forma de dominación masculina (Bourdieu, 2000; Lamas, 2013). En el caso específico de quienes no declararon su género se asocia al proceso de transición o aceptación de su identidad, por la edad y el contexto de intolerancia a la diversidad a la que se encuentran expuestos. El cambio de la percepción del nivel medio superior al de licenciatura, donde la satisfacción aumenta significativamente, se asocia al proceso de construcción de identidad personal y social, que, a su vez, se relaciona con los cambios físicos producidos por la edad (Cadena-Duarte y Cardozo, 2021). También, la menor satisfacción con la apariencia física entre los más jóvenes respecto a los estudiantes de licenciatura tiene que ver con la distorsión perceptiva asociada a las dimensiones y apariencia de su cuerpo físico que desaparece con la madurez en forma progresiva (Sánchez, 2020).

La diferencia entre hombres y mujeres, por una parte, y entre quienes no declararon su género, por la otra, en la aceptación y uso de tatuajes y perforaciones podría asociarse a la insatisfacción con el aspecto físico descrito. Duno y Acosta (2019) reportan en sus resultados que la percepción negativa de la imagen corporal en la adolescencia puede llevar a practicar ejercicios extenuantes e inadecuados o precipitar cambios en la dieta. Algunos de estos rasgos también coinciden con la mayor dedicación de los hombres al deporte y consumo de sustancias, o bien, a trastornos de mujeres y personas quienes no declararon su género. Posiblemente por eso, los tatuajes, las perforaciones y demás modificaciones al cuerpo constituyen otro tipo de medidas para atenuar la percepción negativa.

Los tatuajes y perforaciones pueden ser derivaciones del dolor social y del déficit de elaboración y simbolización de los sujetos, en este caso, estudiantes jóvenes (Nateras, 2017). Por eso, la mayoría de los participantes realizaron modificaciones a sus cuerpos y las asociaron a experiencias personales y a formas de expresión que difícilmente logran a través de otros espacios o campos. En ese sentido, los cuerpos son considerados campos para la experimentación y expresión personal (Camargo et al., 2015); constituyen los lienzos sobre los que mantienen control, a diferencia de otros aspectos de su vida, como el empleo, el entorno escolar, los ingresos o incidir en la elaboración de decisiones públicas, o incluso las decisiones dentro del hogar. Además, configuran una forma de apropiación de sus cuerpos y los emplean como símbolos de identidad, ya que al mostrarse se vuelven reales (Reguillo, 2000).

En este caso, las instituciones académicas son corresponsables de promover hábitos saludables para prevenir daños en la salud por trastornos de alimentación, conductas de riesgo en el deporte y modificaciones corporales que pueden ocasionar un daño, como los tatuajes en ojos, perforaciones en genitales, zonas erógenas e incrustaciones diversas. Además, requieren acompañamiento institucional para prevenir que estas prácticas sobre sus cuerpos se conviertan en presas del consumismo compulsivo y modas invasivas desreguladas en el contexto de las redes sociales.

En ese sentido, la edad se asocia de forma positiva a la satisfacción con la apariencia física y quizá con la autonomía, pero más aún con el entorno escolar, porque este determina el modo de acceder a sus cuerpos en el campo de la aceptación y modificación, del consumo de sustancias, de distribución del tiempo libre para realizar deporte, bailar o ejercer su sexualidad. Los uniformes del nivel medio podrían constituir uno de los elementos que resta esa satisfacción y podría replantearse su uso, así como cuestionarse la pertenencia a un grupo; después de todo, existen instituciones universitarias en las que la identidad no llega por la vestimenta. También, confirmamos en licenciatura la tolerancia a los tatuajes y perforaciones, así como la asociación entre edad, autonomía y control sobre sus cuerpos respecto de quienes se encuentran en DAMS y DMN. Algunas actividades de licenciatura podrían reforzar esa autonomía y la asistencia a quienes no se identifican en el sistema binario de género; por ejemplo, los resultados nos muestran las preferencias de las mujeres por bailar, y de los hombres por realizar actividades físicas o deportivas.

Consumo de alcohol y otras drogas

Posiblemente, la reducción de la vigilancia social, la popularización del consumo del alcohol y otras drogas como parte de la convivencia social y pertenencia a grupos sociales explique su alto consumo y aceptación entre la comunidad escolar. La autonomía es asumida inicial y, en algunos casos, casi exclusivamente en el incremento del consumo de alcohol y otras drogas; en estos casos valdría la pena diversificar las opciones y mecanismos institucionales para tener acceso a una variedad más completa de actividades deportivas y lúdicas, como el baile. En ese sentido, la dependencia económica constituye un medio de control y factor de protección para iniciar el consumo de estas sustancias en el nivel medio superior, y la independencia económica, así como la autonomía de los estudiantes de licenciatura sin acompañamientos en el desarrollo de estos hábitos físicos, se convierten en factores de riesgo.

Las instituciones educativas de nivel superior no debiesen permanecer ajenas a esta dinámica de consumo de alcohol y otras drogas. Si bien existen programas de prevención en estas instituciones privadas, estos poseen un carácter auxiliar en instancias de acompañamiento educativo, vocacional o psicológico, pero no son incorporados como parte del desarrollo curricular o previstos para su incursión transversal. Como parte del trabajo del modelo de educación integral, se podrían considerar formas de intervención permanente para fomentar hábitos de consumo que no impliquen riesgo; por ejemplo, Albertos et al. (2020) concluyen que involucrar a los jóvenes en asociaciones, organizaciones e instituciones que efectúen actividades estructuradas de participación voluntaria o autoimplicada facilita su transición a la vida adulta, en relación con el uso constructivo del tiempo unido a un ocio libre y placentero.

Sexualidad

Parte de la explicación de un ejercicio de la sexualidad significativamente mayor entre hombres de nivel medio superior y superior, respecto a los otros dos grupos, así como su rechazo a las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, obedece de nuevo a patrones de género. Ellos requieren tener actividad sexual y dar prueba de ella y, de este modo, confirmar la identidad masculina, incluso su retardo en el inicio puede despertar sospechas ante los grupos de pares (Rojas y Castrejón, 2020). El incremento del porcentaje de la vida sexualmente activa del nivel medio superior al doble o casi el triple en el nivel superior, además de suponer una mayor autonomía asociada a la transición entre la adolescencia y la vida adulta, supone mayores prácticas de riesgo.

Nascimento et al. (2017) recomiendan intensificar las acciones de educación en salud dirigidas a los jóvenes que ingresan a las universidades ante las prácticas de riesgo en su sexualidad, ya que se ha documentado una tendencia a la práctica de sexo seguro por parte de las mujeres y un descuido de ella de los hombres. De ahí la necesidad de robustecer las estrategias de educación sexual como parte de la educación integral. Ese mismo estudio revela una asociación entre el consumo de alcohol y otras drogas con el aumento de la probabilidad de tener múltiples parejas, tanto para hombres como para mujeres; es decir, los estudiantes de licenciatura podrían estar consumiendo más alcohol y drogas, y aumentando las prácticas sexuales de riesgo sin un acompañamiento profesional.

Actividades en el tiempo libre

Los resultados indican que en las instituciones educativas en las que se realizó el estudio reflejan en las actividades deportivas y físicas los sesgos culturales de otros campos de lo social (Dosal et al., 2017). En este caso, la desigualdad de género continúa favoreciendo la participación de los hombres a estas actividades más que los otros dos grupos. Aunque se han reportado evidencias de cómo la mujer se incorpora en México a las actividades deportivas y físicas en forma progresiva (Dosal et al., 2017), pero no ocurre lo mismo con personas LGBT+. Almeida et al. (2023) advierten que aún son escasas las políticas focalizadas de acompañamiento para personas que no se identifican ni como hombres ni como mujeres, por lo que es posible que sea la misma condición entre estudiantes del nivel medio superior y el superior como muestran los resultados aquí expuestos.

Además, permanecen estereotipos en los colegios que fomentan tipos de deportes o actividad física según el sexo, como el predominante masculino para el futbol. Otros estudios indican que la mayor participación de las mujeres en el deporte se asocia a su alta escolaridad (Dosal et al., 2017), pero estos efectos no alcanzan a quienes abandonan con precipitación el colegio. En ese sentido, la universidad y la educación media superior constituyen casi los únicos espacios institucionales en México para que las mujeres accedan a esta forma de autocuidado. Posiblemente, las reestructuraciones curriculares y el acondicionamiento de espacios físicos en los planteles escolares atiendan estos pendientes en el futuro, que en la muestra analizada quedó evidenciada.

Por último, destaca la baja participación en actividades de voluntariado y actividades religiosas de mujeres y, más aún, de hombres y de quienes no declararon su género. Es muy probable que el perfil de las instituciones participantes en el estudio de corte religioso y humanista explique los niveles de participación constante, aunque en las instituciones públicas de los mismos niveles y regiones donde se ubican registren tasas menores de participación. La falta de actividades de voluntariado puede estar asociada a los bajos índices de solidaridad y cohesión social.

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