Entrevista a Diego Leal1

¿Hacia dónde considera usted que debería caminar la educación en México y América Latina durante los próximos años?

En nuestros países, aun cuando hay muchos puntos en común, tenemos una enorme diversidad respecto a cómo están concebidos los sistemas educativos y cómo funcionan nuestras instituciones. Eso hace difícil decir cuál es el rumbo. Sin embargo, estoy convencido de la importancia de seguir abordando asuntos que aún no tenemos resueltos en nuestros sistemas educativos, lograr estudiantes con un alto sentido crítico y mucho más autonomía, que sean capaces de colaborar entre sí, sean muy efectivos comunicándose, tengan mucha más creatividad para reconocer, abordar y resolver los problemas que enfrentamos.

No estoy convencido de que el fin último sea contribuir al desarrollo económico; no quiero decir que éste no sea importante, pero es algo que no nos inspira lo suficiente. Sería bueno que pudiéramos ir hacia un sistema educativo que inspire a quienes participan en él, a sus docentes y a sus estudiantes, para que reconozcan los asuntos que no tenemos resueltos y por los que vale la pena seguir intentando, no sólo porque son parte de un aparato productivo que genera cierto tipo de resultados e indicadores de los que dan cuenta los gobiernos, sino por las necesidades que tenemos como especie, las desigualdades y los retos que enfrentamos como localidades y naciones y también, insisto, como especie. El generar esa conciencia macro- podría ser muy útil al deconstruir cómo nos movemos en el mundo.

¿Qué habría que definir respecto a lo local y lo global cuando se refiere a especie?

Las cosas locales tienen efectos globales y la sociedad interconectada en la que vivimos hace que esos efectos sean, a veces, mucho más fuertes en cuestión de información y economía. Sin embargo, tenemos una poderosa herramienta que nos permite observar qué está ocurriendo en otros lugares y apoyarnos en ello para resolver los problemas y las necesidades locales: la conciencia de especie. Es evidente la enorme desigualdad a lo largo y ancho del planeta. El ver más allá de lo que somos como nación ojalá nos permitiera pensar que lo que hacemos tiene un impacto para otras poblaciones.

Cuando me refiero a conciencia de especie también hablo de cómo podemos ser más conscientes de los efectos de nuestras acciones locales en el nivel macro-. Por eso, necesitamos preguntarnos ¿qué le aporta lo que yo hago a la especie? Esto no es nada fácil y nos lleva a cuestiones filosóficas de qué significa apostarle a la especie. Si queremos darle sentido al sistema educativo, necesitamos encontrar narrativas que nos inspiren.

¿Qué significa que tengamos tanta información en la Red? ¿Qué debemos atender en cuanto a la educación que queremos? ¿Cree que estas preguntas a las que siempre volvemos puedan tener caducidad?

Estas preguntas se mantienen; sólo que a veces las perdemos de vista. Un gran sector de la población y los medios de comunicación refuerzan mucho la idea de la tecnología por sí misma y que ésta sí nos va a salvar. Hay todo un discurso de utopía tecnológica que se viene consolidando y tiene también que ver con la innovación. Cuando hablamos de innovación, viene a nuestra mente sobre todo lo que hizo Apple. Vivimos en un mundo muy marcado por el papel que está teniendo la tecnología. Eso hace que nos olvidemos de algunas preguntas que no están resueltas y nos hace perder de vista que las acumulaciones y la escasez artificial que se ha generado en otro momento de la historia, también está surgiendo ahora. Son dos o tres corporaciones las que controlan los aspectos del desarrollo de la tecnología. ¿Dónde nos deja eso como productores de tecnología? ¿Hasta qué punto somos autónomos para producir cosas? Es una discusión muy mediada por lo económico, obviamente.

Por otro lado, cuando se tiene demasiada información, hay un punto en donde la información deja de tener sentido. Es como cuando repites una palabra muchas veces y ésta pierde el sentido. Cuando estamos ante numerosos símbolos permanentes es mucho más difícil decidir a qué le estamos prestando atención y cuáles son las cosas de nuestro campo de percepción, y lo que más se repite, lo que nos gusta, forma parte de nuestro campo de percepción. Un efecto de la Red, además de la abundancia de información, es que muchas plataformas están basadas en algoritmos que nos ayudan a ver lo que nos interesa, pero no nos confrontan con lo que no nos interesa. Nos permiten decir “me gusta”, pero no “no me gusta; eso no está bien”. Esto es un problema.

Al principio, hablé de autonomía, diversidad y apertura, pero las plataformas que tenemos omiten, en muchos casos, esa diversidad. Hay otro factor importante desde el punto de vista del sistema educativo y que tiene que ver con competencias de alfabetización informativa. ¿Cómo discernimos qué es real de lo que no lo es? ¿Cómo nos volvemos suspicaces respecto a los estímulos que nos llegan? ¿Cómo entrenamos ese detector de basura del que hablaba en alguna ocasión Hemingway? Esto ¿en qué tipo de acciones se traduce que nos permitan cuestionar de manera activa lo que ocurre en el aula? Ahí hay un reto enorme para los docentes, porque seríamos capaces de instalar esa duda en los estudiantes, de que cuestionen lo que yo estoy diciendo, porque yo también puedo estar equivocado. No es un asunto sencillo, pero es de primer orden a la hora de acercarnos a lo que significa ese entorno de información tan abundante.

No son retos sencillos y son preguntas persistentes… Hay mucho trabajo teórico y mucha documentación respecto a lo que significó la aparición de la televisión, por ejemplo, o de otros medios. Es mucho lo que sabemos, pero es tal la avalancha de cosas en las que estamos que también perdemos de vista lo histórico y lo que la historia puede enseñarnos al abordar esas nuevas tecnologías que, aparentemente, van a transformar todo. Vale la pena pensar qué es lo que tiene sentido cambiar, cómo es el mundo en donde nos gustaría vivir y si esas tecnologías, en realidad, nos están permitiendo avanzar en ese mundo en el que quisiéramos vivir.


1 Tiene estudios de maestría en Ingeniería de Sistemas y Computación. Desde 1999, trabaja en temas relacionados con el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en educación. Se desempeñó como gerente del proyecto nacional de Uso de Medios y TIC en Educación Superior del Ministerio de Educación de Colombia (2005-2008). Desde 2008, es consultor de diversas organizaciones educativas de Latinoamérica y desarrolla proyectos de innovación en educación y aprendizaje apoyados con tecnología. Actualmente, pertenece al Grupo de Investigación, Desarrollo e Innovación sobre TIC (GIDITIC) de la Universidad EAFIT (Medellín, Colombia). Escribe en su blog (http://reaprender.org) sobre el impacto de los nuevos medios en el aprendizaje y la sociedad y es parte del comité asesor del Informe Horizon para Iberoamérica y de la Comisión de Expertos de Virtual Educa.